EL ASALTO
Con el sol y una suerte titubeante despertó en la ciudad de Sonsonate, luego de derramar el café debió suponer que las cosas no irían muy bien, pero aún así desafió su fortuna y se dirigió la la terminal de Occidente en San Salvador, muy apurada junto a su pequeña hija, allí se reunieron con la más despistada guía turística que se puedan imaginar y emprendieron su viaje hacia el agitado centro de la ciudad, específicamente al Duicentro.
La señora, la muchacha y la niña, luego del bajar del transporte colectivo se incorporaron al fatídico entorno de la capital, entre choques con carretillas de vendedores, empujones y conductores detestables lograron llegar a la ‘bendita’ institución…
- - Muchacha: ¡Buenos Días! Necesitamos una certificación de DUI
- - Empleada del Duicentro: Ah no, tiene que ir al Registro Nacional de Personas Naturales y ahí se la van a dar , tome la ruta 27 esa pasa por ahí – dijo entregándole un papel con la dirección impresa del RNPN
- ¡Ay no otra vez al bus! Expresaron las tres con sus gestos, sin decir ni una palabra
Salieron por la parte trasera y ¡qué suerte! Justo se acercaba el bus de la ruta que les había indicado la empleada, rápidamente se dirigieron al bus y subieron aliviadas por no tener que esperar más tiempo, la pequeña se sentó junto a un hombre, quien le cedió inmediatamente su puesto a la señora. Mientras ella se acomodaba y le daba las gracias escuchó…
- - ¡Quítese los anillos! – la frase provenía del mismo que le cedió el puesto
- - ¡rápido, rápido! Vociferó el sujeto ante la completa indiferencia de los otros pasajeros, a pesar de sostener una navaja a medio abrir entre sus manos
La mujer con cara de sorpresa y aflicción al mismo tiempo, se dispuso a desprenderse de sus dos pequeñas joyas, una de estas, recuerdo de su hermana fallecida hace más de 20 años.
- ¡bajémonos, ya no hay nada! Murmuró otro hombre en la puerta trasera del bus, y los dos se bajaron ante el asombro de la muchacha, la pequeña y algún otro pasajero que había sido víctima de los despreciables maleantes.
En el camino la calma y resignación llegó para la mujer y sus dos acompañantes que finalmente llegaron al RNPN para encontrarse con otros “eficaces” empleados gubernamentales con la novedad de que no podría realizar su trámite.
Mientras tanto en otros puntos de la capital se pueden encontrar kioscos de información sobre cómo votar en las próximas elecciones, promesas de colores y sabores para elegir se escuchan por todas partes, desde la clásica “mejoraremos la calidad de vida” hasta la más ridículamente improbable “Cuando ganemos, habrá más seguridad”, y así pasa otro día en el área urbana del ‘Gran San Salvador’….el cuento de nunca acabar.
WOW!!!! PROMESAS DE NUNCA ACABAR!!! GANE QUIEN GANE SIEMPRE ES LO MISMO Y AHORA RESULTA QUE HASTA EL GOBIERNO Y LAS PANDILLAS SE PONEN A NEGOCIAR...A DONDE VAMOS A PARAR?
ResponderEliminarY al pasar los años la situación no cambió
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