Luis G. Valdivieso[1]
Taller Profesional de Cine y Televisión
Juan Guía y María Atajo son dos jóvenes que conservan su amistad desde la infancia. Juan es disciplinado, ordenado, piensa y prepara las cosas con tiempo; María se deja llevar por la improvisación y la inspiración. Esa diferencia de personalidad ha enriquecido su relación, se complementan “casi” a la perfección.
Un día decidieron subir a la montaña para disfrutar del baño en el lago que hay en su cima. Sentado bajo un gran pino en las afueras del pueblo Juan espera la llegada de María, en sus manos un mapa de montaña en el que marca el recorrido a hacer, a su lado una mochila cargada de todas las pertenencias necesarias, calza y viste con lo adecuado para la caminata. María aparece con las manos vacías, y vestida como para dar los paseos habituales con los amigos, por el pueblo. Conociéndola, Juan no se extraña, ya ha previsto compartir con ella lo que carga en su mochila.
Se ponen en marcha, pero a los pocos metros María se para y opta por irse por un atajo, que dice que conoce, atravesando un bosque, ahorrándose así una hora de caminata. Juan la intenta convencer enseñándole el recorrido marcado en su mapa, pero María ha tomado una decisión. Se separan y quedan en verse en el lago.
Han pasado cuarenta y cinco minutos desde que Juan llegó al destino, y de María no se sabe nada. Bueno, María sí lo sabe, rodeada por un inmenso bosque de pinos, convertido en un complicado laberinto, dando vueltas y más vueltas no ha podido encontrar una salida, está atrapada.
Al regresar al pueblo Juan pide ayuda y consigue que salga una cuadrilla de lugareños a localizar a María. Anocheciendo, los dos amigos vuelven a encontrarse.
Esta experiencia les ayuda a reflexionar, Juan le hace ver a María que tomar un atajo sin conocerlo te puede atrapar y dejarte sin posibilidad de salida. Y a ti Juan, dice María, aparte de caminar sólo, ¿no se te hizo monótono el recorrido siguiendo una única dirección? Concluyen que lo mejor es volver a repetir la excursión. María, siguiendo el trayecto marcado en el mapa de Juan, va a estudiar los posibles atajos y de esa forma combinarán la disciplina y preparación con acortar el tiempo y hacer el camino más apasionante. Organización y creatividad, de la mano.
Al llegar a la cima de la montaña los dos amigos, con gran alegría, se fundieron en un gran abrazo. Corriendo, mientras se iban quitando sus ropas, alcanzaron la orilla del lago y se zambulleron en sus aguas frías y cristalinas.
Juan Guía y María Atajo, “guía y atajo”, la buena conjunción de ambos es lo que hace un buen guión.
Escribir un guión requiere del conocimiento de su técnica específica, de disciplina, de planificación, de pensamiento y de investigación; además de grandes dosis de inspiración y pasión creativa. Un guión nace desde una idea, es el manantial del que brota el caudal que se irá agrandando y enriqueciendo durante la construcción del guión. Esa idea que parece que surge espontáneamente, está dando vueltas sin parar y elaborándose en nuestra cabeza y siempre se relaciona con nuestro ser interior y lo que absorbemos del mundo exterior. Cuando necesitamos expresar la idea, en nuestro caso por medio de la imagen, es cuando se pone en marcha la maquinaria de construcción del guión.
Es el momento en el que uno se disciplina, se planifica, se activa como ser pensante, investiga, se abre a la inspiración y pone al servicio del guión toda su pasión creativa.
El guión cinematográfico se impuso como necesidad cuando se comprobó el poder que el invento de la imagen en movimiento tenía para contar historias, pero con el paso del tiempo llegaron otros adelantos tecnológicos que tienen a la imagen como forma de expresión.
Durante la segunda mitad del siglo pasado fue penetrando la televisión en las casas hasta convertirse en un residente permanente. Llegó con una amplia oferta de programas, y con una mirada hábil e inteligente se surtió de lo existente. Cine de ficción y documental, radio, music-hall, teatro, circo, etc., fueron los soportes para crear las parrillas de programación de las empresas de televisión.
¿Los programas de televisión necesitan guiones? Sin duda. Deben tener los mismos requisitos a los que nos referíamos para poner en marcha la construcción del guión. Sin embargo, a diferencia del cine, la televisión, por sus varios modelos de programas, tiene diferentes formatos de guión, que en algunos casos es sólo una guía, dependiendo de que sean ficciones (similares a los del cine); series, telenovelas, sitcom; documentales, reportajes, concursos, musicales, debates, revistas, deportes, informativos, etc.
Da gusto cuando se ven programas con ideas fantásticas, muy bien desarrolladas y estupendamente construidas. Da pena encontrarse con lo contrario, en este caso es habitual ver como compiten entre unos y otros imitándose, ¡qué visión tan restringida!, cuando lo que deberían tener es una competencia creativa para mejorar constantemente la calidad tanto en el contenido como en el continente visual.
Una programación de calidad se afianza con buenas ideas, buenos guionistas, buenos directores, buenos realizadores, buenos productores, buenos editores, etc.
¿Y de lo comercial no se habla?, se podrá preguntar alguien. Pues sí, hablemos aunque dé la sensación de que nos salimos del tema. La calidad no es enemiga de lo comercial y viceversa, sino todo lo contrario, ambas se complementan respetándose en sus diferencias. Sólo la calidad se separa radicalmente de lo comercial cuando este último se deja subyugar por la vulgaridad, algo que desgraciadamente ocurre con cierta frecuencia.
Recapitulando, podemos decir que un buen guión no garantiza una buena película o un buen programa de televisión, pero sin un buen guión seguro que no habrá una buena película o un buen programa de televisión.
La falta de guionistas en El Salvador y el resto de la región centroamericana es preocupante. El profesional dedicado a escribir guiones es casi inexistente. Está muy extendido que con una cámara y un programa para editar se logra sacar un “producto”. Se sale a ver que se encuentra, en lugar de buscar lo que se desea encontrar. ¡Qué gratificante resulta, por el contrario, cuando buscando lo que queremos encontrar, hallamos algo nuevo que fortalece y enriquece nuestra búsqueda! Algunos dicen que con tener en la cabeza lo que se desea hacer es suficiente para llevar a cabo una producción. Con estos planteamientos, faltos de toda planificación e imaginación, uno se puede quedar atrapado, como le ocurrió a María Atajo en el bosque, sin saber o sin poder encontrar la salida. Pero tras la angustiosa experiencia, se puede, como María, tener la gran virtud de rectificar a tiempo.
Julio y María, “Guía y Atajo”. Eficacia y creatividad unidas. La esencia del guión.
[1] Director del Taller Profesional de Cine y Televisión de la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. Cineasta español, director, guionista y asistente de dirección en diversos proyectos cinematográficos y televisivos en España, Estados Unidos y Centroamérica. Miembro de la Asamblea de Directores y Realizadores Cinematográficos y Audiovisuales Españoles (ADIRCAE); de la Academia de la Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
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